Paseo XXVI: "Escoge tus batallas"

Paseo XXVI: "Escoge tus batallas"

“Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?” Jeremías 17:9

Quién recorre las carreteras de la España profunda, carreteras nacionales o incluso desde las autovías, metiéndose por pueblos recónditos, pintorescos y casi fantasmas, dormidos en el almíbar del tiempo y manteniendo intactas sus ruinas, no puede dejar de sorprenderse, curiosamente, por la ingeniería moderna, cuando divisa a lo lejos un ejercito de gigantes guerreros, infranqueables, poderosos y sobre todo, incansables.

Más de una vez nos hemos cruzado con uno de ellos descuartizados, no porque un valiente enemigo guerrero los haya destruido, sino porque más bien, el hombre los arrastra poco a poco para por fin juntar sus partes y darles vida.

Algunas de sus partes, si lo has visto llevar sobre un inmenso camión, coincidirás conmigo en que tienen el tamaño de una ballena, y no sólo su tamaño si no su aspecto.

Definitivamente si Don Quijote despertara hoy, volvería a morir de un susto, estos molinos de viento actuales  no tienen comparación con lo que él luchaba.

“La ventura va guiando nuestras cosas mejor de lo que acertáramos á desear; porque ves allí, amigo Sancho Panza, donde se descubren treinta ó pocos mas desaforados gigantes con quien pienso hacer batalla y quitarles á todos las vidas (...). -Mire vuestra merced, respondió Sancho, que aquellos que allí se parecen no son gigantes, sino molinos de viento, y lo que en ellos parecen brazos son las aspas que, volteadas del viento, hacen andar la piedra del molino.”

La energía eólica no es un descubrimiento de nuestro siglo, ya era bien conocida desde la antigüedad, aunque en nuestro siglo a progresado notablemente, tal vez sólo por el auge de las energías verdes o energías renovables, o por necesidad.

Estos molinos son ubicados en zonas estratégicas, reconocidas por ser las zonas de vuelo de aves en migración, que naturalmente conocían perfectamente por donde se movían mejor las corrientes de aire.

Se dice que los vecinos que gozan de tener cerca instalado un parque eólico, tienen resuelta la vida, porque se les da mucho dinero en compensación por sus tierras. Sin embargo, también dicen que de estar muy cerca de la población, las personas que allí viven pueden sufrir un “efecto discoteca”. Al parecer el ruido, más las sombras de las astas girando continuamente ante sus ojos generarían altos niveles de estrés.

Como sea, por Andalucía tenemos muchos, y si sólo los miras a lo lejos, desde sus largas y solitarias carreteras, no deja de ser un paisaje interesante, mejor que un horizonte desolado.

Al contemplarlos en una tarde de estas, en uno de nuestros rutinarios viajes para visitar nuestras iglesias, se me vino a la mente la figura del Hidalgo Don Quijote de la Mancha, este personaje literario de la invención de Miguel de Cervantes Saavedra, personaje cómico pero a la vez dramático. Un intento de burla de los libros de caballería que alimentaban al pueblo y a la vez alimentaban sus inertes batallas en las que se enzarzaban con la pérdida injustificada de tantos hombres.

Así era la vida por el 1600 y no muy diferente es la vida hoy.  Seguimos luchando contra molinos de viento. Queremos buscar la paz en la tierra, la riqueza equilibrada, la salud gratuita y abundante para todos, los pueblos libres y bien gobernados, las iglesias llenas y felices. Ideales altos y ennoblecedores, pero simples molinos de viento muy sofisticados.

Cada uno escoge sus batallas, y ciertamente Don Quijote las escogía, aunque estas solo le llevaron a la locura y la ruina.

Nuestra batalla es espiritual. Se trata de mantenerse firme en territorio enemigo: un mundo gobernado por un ángel caído. Se trata de enfocar nuestra mirada correctamente, los molinos de viento pueden ser engañosos, pueden hacernos creer que la batalla es contra ellos, y nada más lejos de la realidad.

La batalla no es contra nuestros padres que no nos comprenden, contra nuestros vecinos mal educados que no dejan de fastidiar, contra los jefes corruptos, contra los bancos, contra el gobierno, contra otros países, contra el terrorismo, ni siquiera contra nuestros hermanos de iglesia que se comportan con hipocresía, con un corazón sin convertir y causan daño a toda la iglesia. Estos son sólo molinos de viento.

Nuestra batalla es contra nosotros mismos. El enemigo más real,  sofisticado, engañoso y duro de vencer de lo que podemos imaginar. Un corazón que no se doblega y no deja de mirar a los otros para mostrar que tampoco está tan mal. Un corazón que necesita a Cristo como única victoria, pero le resulta lejano, distante y casi irreal.

“Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?” Jeremías 17:9

Nuestro corazón, como dice Pablo se comporta como “niños fluctuantes, y llevados por doquiera de todo viento de doctrina…”Efe. 4:14 Nos movemos cómodamente entre las masas y nos gusta pasar desapercibidos dejándonos llevar por todo lo que se mueva.

Sobrevivir a esta última batalla no será sencillo, pero la promesa es alentadora  “porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo”. Rom. 10:13

Piensa hoy en tus propios molinos de viento, el parque eólico instalado en tu casa, en tu familia. Un parque que puede provocar el “efecto discoteca” por estar tan cerca de los tuyos, generando ansiedad y estrés familiar, y sin embargo ser los enemigos incorrectos. Aprovechen los momentos de quietud de un viernes de noche y un sábado para estar en casa y hablar de ellos, los molinos de viento. Tal vez vuestra batalla es contra alguien que les ha hecho daño como familia, contra un hermano de iglesia, contra un banco y una hipoteca, incluso contra una enfermedad. Piensa en cuan innecesaria es esa batalla, anima a tu familia a dejar esta lucha sin sentido en manos del Señor y acérquense juntos a reconocer el verdadero territorio enemigo. Los defectos de carácter que debemos trabajar, los malos hábitos, las tendencias heredadas, nuestra incredulidad, nuestra falta de fe.

Si nuestro corazón está afirmado en la roca nadie nos podrá hacer daño, si nuestro corazón está conquistado por Cristo, ya no habrá batalla que conquistar.

Que disfrutéis como familia de días de sosiego y verdadera paz. Aunque el mundo alrededor esté en plena batalla, escojamos sabiamente contra quién luchar.


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«Para educar a un niñ@ hace falta la tribu entera Proverbio africano

«Instruye al niñ@ en su camino y ni aún de viejo se apartará de él Prov. 22:6