Paseo XXIX: "Mis ojitos cerraré..."

Paseo XXIX: "Mis ojitos cerraré..."

<<Y todo lo que pidiereis en oración, creyendo, lo recibiréis.>> Mateo 21:22

<<Por tanto, os digo que todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá.>> Marcos 11:24

Con un refinado gusto por los detalles y una calidad artística admirable, una gran amiga nos regaló un libro el día de nuestra boda. Con sus tapas en rústico decoradas con plantitas, sus hojas de papel vegetal, preciosas ilustraciones diseñadas por ella misma... No es un libro cualquiera. Es un diario. Un Diario de Oraciones. Nuestro libro de oraciones para la familia. Dividido en tres apartados: uno de oraciones conjuntas y dos de oraciones individuales, el diario te invita a anotar con una lista cada oración, petición o necesidad, junto a la fecha en la que se inician las oraciones y finalmente cuál ha sido la respuesta de Dios ante ese asunto. Y así sucesivamente. La idea es extraordinaria y me parece una muy hermosa forma didáctica de tener un registro histórico familiar, que con el paso del tiempo permita ver en cuántas ocasiones y de cuántas maneras el Señor respondió peticiones concretas por las que la familia, o cada miembro, se arrodilló pidiendo ayuda. Nos sorprenderá reconocer situaciones que en su momento parecían inalcanzables o insuperables y cómo finalmente, con la ayuda de Dios, también pasaron página.

Además un diario de oración es una fantástica manera de enseñar a orar a los pequeños de la casa. Para ellos que lo están aprendiendo todo, mayoritariamente por imitación de los padres, adquirir el hábito de orar desde tan pronto como puedan, les reportará unos beneficios incalculables ante la vida que tienen por delante.

¿Habéis observado a un niño/a aprender a orar? Es tan tierno... pone todo su empeño en hacerlo muy pero que muy bien: cierra fuerte los ojos, apretando los párpados al máximo con una simpática mueca en las mejillas, junta las manitas concentrándose en cruzar los dedos a la perfección para que queden tan pegados como si les hubieran puesto cola instantánea “súper-glue”, posición de rodillas y bien rectecita la espalda pero con el cuello arqueado hacia las manos juntas frente a la nariz, mientras trata de coordinarlo todo con la canción "mis ojitos cerraré reverente así, cuando hablo con Jesús en el cielo allí"... ¡no me diréis que no es una foto preciosa!

Estoy convencida que Dios observa con especial y amorosa atención las oraciones de sus niñ@s. Si me permitís una respetuosa caricatura, me lo imagino así, desde su infinito trono celestial, pidiendo silencio al coro de ángeles: “Shhht, shhht, un momento, parad, por favor, prestad atención, es muy importante.” Y toda la hueste angélica y todo el universo se detiene por un momento a petición del Creador... “Atención: Pablito va a orar.” Y ese nene lindo, que apenas sabe hablar, que le ha llevado un buen rato colocarse junto a su cama para hacer tan bien la oración como le han enseñado mamá y papá, se concentra y dice lentamente: “Queriiiido Jesúuuus... graaaacias... ¡Aaaaaméeeeen!” Y mientras el coro de ángeles aplaude entusiasmado con la primera oración de Pablito, su Querido Jesús sonríe y desde la omnipresencia acaricia su cabecita ya recostada en la almohada porque sus papás desde la puerta entreabierta le susurran: “Qué hermosa oración, muy bien. Buenas noches hijo.

Ese chiquillo está convencido que sus oraciones serán contestadas, no tienen ninguna duda que Jesús curará a la abuela de su amiguito que está enferma, o que el perrito solitario que vio al volver del colegio pronto tendrá una nueva casa, o que encontrará el juguete preferido que se le ha perdido y no sabe dónde está, o que los niños pobres tendrán comida... y un montón de cosas más que pide a Dios con cándida sinceridad y pura confianza.

¿Cómo enseñar a un niño a orar? Como tantas otras cosas que se enseñan a un hijo para que pueda vivir con calidad, como cualquier necesidad básica que en los primeros años los padres debemos ayudar a cubrir, como comer, como andar, como vestirse, como hablar... como algo que no puedes pasar sin ello: primero imitando, repitiendo y finalmente como algo que sale de él o ella con natural espontaneidad. Sabiendo a ciencia cierta que sus oraciones, sean como sean, escritas o cantadas, en voz alta o desde el pensamiento, tienen toda la atención en exclusividad del Creador del Universo y lo mejor: su promesa de respuesta asegurada.

Y así, del mismo modo, podremos nosotros aprender enseñando a aprender. Pues pedir  algo pensando ya que lo recibiremos, no deja de ser ejercitar esa confianza absoluta, como la que desde hace 417 noches ininterrumpidamente, me lleva a repetir la misma oración mientras acuno a mi bebé con un besito: “Jesús t’estima i et cuida fillet” (Jesús te ama y te cuida hijito). Porque finalmente, tras años de intentar oraciones que no sobrepasaban el techo de mi habitación, he acabado aprendiendo a expresar la oración más trascendente de mi vida no en forma de petición, sino con esta rotunda afirmación, pues no hay otra opción que tener fe en su respuesta y saber sin dudar que para Dios eso ya está cumplido y es completamente verdad.

(NOTA: ambas ilustraciones son extraídas del Diario de Oración, que nuestra amiga firma como "Clajito" ¡Gracias J.C.P.!)


Contacto

Bosque.d'Amor&Paz


«Para educar a un niñ@ hace falta la tribu entera Proverbio africano

«Instruye al niñ@ en su camino y ni aún de viejo se apartará de él Prov. 22:6