Paseo XVII: Suaves alas protectoras

Paseo XVII: Suaves alas protectoras

 

"Con sus plumas te cubrirá, y bajo de sus alas estarás seguro…" Salmos 91:4

Pensad en algo suave… muy suavesuaaaavesuavííííííísimo… ¿ya? Se me ocurren varias cosas: una caricia, un pañuelo de seda, la brisa en verano, cosquillitas, sábanas nuevas, aquel peluche favorito, una pluma, la piel del bebé… Seguro que os vienen a la mente muchas más.

Continuamente recibimos a través de las terminaciones sensitivas de la piel infinidad de estímulos táctiles que nos transmiten información muy valiosa del entorno. A veces parecería que de los cinco sentidos, al tacto no le prestamos tanta atención, pero ¡cuán importante es para la vida! Ya no sólo para alertarnos y prevenir heridas, quemaduras o accidentes, que si no contáramos con la sensación de tacto dolorosa, no retiraríamos la mano u otra parte del cuerpo a tiempo, sino porque de nuestra piel hacia fuera necesitamos relacionarnos con los demás.

¡Un nuevo bebé ha llegado al mundo! Tan chiquitín, tan indefenso, tan lindo, tan suaaaave… Durante unas 40 semanas ha vivido y crecido protegido por su mamá: calentito, amortiguado, flotando confortable… Y al nacer por fin, lo primero que necesita tras respirar es pegarse piel con piel a su mamá, recibir su calor corporal y no abandonar la caricia de su abrazo por nada del mundo. Luego es capaz de rastrear con el olfato y el tacto de su boca hasta alcanzar el premio del pecho blandito maternal y succionar con afán, aferrándose a la vida.

Cuando vaya creciendo, tocarlo todo le será tan útil para ir descubriendo el universo que le rodea… El fino tacto de sus labios además de dotarle de valiosa información -¡la comida!- será siempre una fuente especial de placer y satisfacción, desde mamar hasta besar, pasando por la divertida etapa de curiosear probándolo absolutamente todo, comestible o no, y llevándolo incansablemente de la mano a la boca.

Qué interesante que además de esta estupenda función sensorial, la piel, además de ser el órgano táctil por excelencia, es la primera barrera defensiva de esta tierna criatura: ¡Tan suave y tan resistente! ¡Tan frágil y tan fuerte!

El salmista ilustra poéticamente esta combinación de fortaleza y ternura con la imagen de un ave que protege a sus crías bajo sus alas.

Fue hace pocos días, paseando por la ribera del canal cercano a casa, donde hay un buen número de patos que tienen a mi hijo entusiasmado, cuando comprendí la belleza de esta imagen bíblica. Llamó mi atención una pata hembra que permanecía muy, pero que muy quieta en la orilla, sin decidirse a entrar en el agua, pero mirando atentamente hacia los otros patos nadando. Al acercarnos más, mamá pato advirtió nuestra presencia, que aunque pacífica, notamos que le incomodaba y se ponía en actitud de alerta amenazadora: abría el pico sin parar y graznaba intranquila. Sólo comprendí el por qué de su reacción cuando de repente algo se movió bajo el ala izquierda, que hasta entonces no me había fijado que mantenía ligeramente abierta y separada del cuerpo, como ocultando algo ¡Claro! ¡Ocultando a sus patitos! ¡Cómo no me había dado cuenta antes! Únicamente un penachito de suaves plumas de la colita de los tres patitos que acerté a contar, sobresalía bajo el ala de mamá pata, que a la vez que lanzaba sus advertencias a los posibles intrusos, recolocaba bajo sí a sus crías con sumo celo. ¡Nos encantó aquella pata! ¡Toda una madre coraje! Me hubiera quedado allí ayudándola a ahuyentar a otros curiosos, pero entendí que yo también era un elemento inquietante para ella y preferí despedirme, encomendándola a Aquél quien la diseñó con tal magnífico instinto de protección.

Y es que el Creador, cuando hace las cosas, las hace perfectas. Aún después de miles de años de desgaste a causa del pecado, el milagro de la vida y todos los detalles de su micro o macro-biología, no deja de ser motivo de fascinación y admiración. Si tenéis la oportunidad de pasear este sábado cerca de algún río o estanque con patos, os invitamos a indagar por las orillas en busca de bebés patitos, viendo como los atienden su tierna y protectora mamá. O mejor, si como yo conocéis una familia que acaba de tener un precioso hijo y en el paseo de hoy vais a visitarles, acariciad al recién nacido, acunadlo en brazos, besadlo suavemente y contadme sino sentís que Dios existe, que es maravilloso y que además nos debe amar tantísimo que se hizo a sí mismo un bebé para convivir entre nosotros, acariciar a los niños, tocar a los enfermos, dejarse traspasar en una cruz y salvarnos a todos, esperando recibirnos finalmente allí donde nos fundiremos con Él en un eterno, cálido y suave abrazo.

Mientrastanto… promete cuidarnos tan celosa, efectiva y amorosamente como una madre… o una mamá pato.


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«Para educar a un niñ@ hace falta la tribu entera Proverbio africano

«Instruye al niñ@ en su camino y ni aún de viejo se apartará de él Prov. 22:6