Paseo X: Explosión de vida!

Paseo X: Explosión de vida!

"¡Pídanle al SEÑOR que llueva en primavera! … ¡Él es quien da a todo hombre la hierba del campo! "  Zacarías 10:1

 

Estos días, junto con el calorcito, la luz bellísima entrando a casa y los días más largos. Se ha llenado mi terraza de un particular aroma a la flor de azahar. Tenemos un pequeño mandarino. Llegó a casa junto con la llegada de nuestra hija. Con el sueño de que ambos crezcan juntos. Como para mi hija, esta es la primera primavera del mandarino entre nosotros.

Tuvimos que cuidarlo mucho este invierno, que fue particularmente largo, lluvioso y frío. Cada día que había un poquito de sol, lo movía de un lado al otro a de la terraza esperando que pueda absorber la mayor luz posible. Como toda madre primeriza preocupada por el crecimiento de su nueva adquisición.

Y finalmente llegó la esperada primavera. De un día para el otro, junto a las hojas crecieron unas pequeñas protuberancias de un verde más clarito. Todos los días lo miraba, con una gran curiosidad. Se suponía que tenía que florecer. Y no me quería perder ese momento. Pero como todo, creció poco a poco y en el camino fui adaptándome tanto a los pequeños cambios, que un buen día el mandarino estaba empapado de flores blancas y aromáticas y ni me había dado cuenta.

Junto con el mandarino conviven en la terraza unas vacías macetas esperando a germinar. Esta madre primeriza plantó semillas fuera de estación y la mayoría quedó en la tierra sin posibilidades de salir. Pero hubo dos plantas que no me abandonaron. El perejil, que como hierba mala, con agua o sin ella y con un trasplante de maceta feroz, sobrevivió a todo y creció testarudamente. Y junto a él una curiosa planta que nació de un bulbo abandonado.

Al mudarnos a esta casa (casi junto con el nacimiento de nuestra hija), encontré unos pequeños bulbos en el margen de una de las ventanas de la terraza. Los miré con curiosidad, pero recién dada a luz, la curiosidad quedaba solo en una simple y perdida mirada. Un día, cuando el sol salió por primera vez después de casi 2 meses. Me acordé de esos bulbos y pensé en ponerlos bajo tierra. Aunque no crecieran, seguro estarían mejor que ahí fuera. Y hace unas semanas, cuando la primavera llegó, cuál no fue mi sorpresa al ver dos hojitas verdes y estilizadas que luchaban contra la gravedad, para darme la alegre noticia de que allí había plantado un tulipán, mi flor preferida.

Es que sí, la primavera trae consigo vida e ilusión. De muchas formas, tipos y colores. Incluso en el ser humano. Así reza el dicho popular “en primavera la sangre altera”. Ciertamente cuánta sabiduría hay en los dichos populares.

Las investigaciones científicas aseguran que por los grandes cambios de radiación solar y los cambios meteorológicos de esta estación, se ve afectada la producción de ciertas hormonas en el ser humano y en la reproducción de la naturaleza.

Esta magnífica estación no dura más que 92 días. Que se dice pronto. Sin duda pasan muy rápidos. El fenómeno solar que caracteriza a la primavera es que el centro del sol, visto desde la tierra, cruza el ecuador. Cuando esto sucede la duración del día y la noche prácticamente coinciden. El Sol sale por las mañanas casi dos minutos antes que el día anterior y por la tarde se pone un minuto más tarde. Por lo que el tiempo en que el sol está por encima del horizonte aumenta casi tres minutos cada día.

En el ser humano se producen curiosos cambios: mayor energía y actividad, cambios en el estado de ánimo, en la actividad sexual, en el olfato, en el sueño, en el apetito. Al parecer todo esto está producido porque la luz solar afecta directamente a hormonas como la serotonina, melatonina, que actúan a través del hipotálamo en estos aspectos del ser humano.

Pero en la naturaleza ocurre algo similar. La luz del sol acelera el proceso de fotosíntesis y el verde de las plantas es cada vez más verde y más productivo. Las plantas con flores se animan a darlas en un estallido de color y de esta manera consiguen atraer una mayor cantidad de insectos que les permitan la polinización, que es justamente la manera en que se reproducen las plantas. Ciertos insectos especializados, al verse atraídos por los colores, se pozan en las plantas para aboserver su polen y así consiguen que el aparato reproductor de la planta, también llamado ovulo, se reproduzca y pueda dar semillas, para así dar más plantas y continuar con esta cadena de productividad. Todo esto fue lo que aprendí cuando me pregunté por qué nuestro hermoso mandarino nos estaba llenando la terraza de abejas.

Todo fue creado con un maravilloso sentido y función. Incluso esta espectacular explosión de vida nos trae ventajas y desventajas. Y justamente nos enseña que de eso se trata vivir. En el ser humano, esta gran descarga hormonal que produce alegría y felicidad en algunos, también produce depresiones y brotes esquizoides en otros. Este es el mundo en el que vivimos. Un mundo que nos recuerda que no estamos solos. Conviven en esta tierra el bien y el mal, y así lo harán hasta que finalmente el BIEN termine con todo lo malo de una vez y para siempre.

En este paseo sabático primaveral tendrás sin duda muchísimas cosas para contemplar. Detente con tus hijos o tu pareja a ver la explosión de vida. Diferencia el bien y el mal en ella, y haz de esta manera un ejercicio de reconocimiento de lo que nos ha sido divinamente dado y lo que está tocado por el pecado. Y con este ejercicio aprendamos a escoger por el bien, incluso en nuestras mentes, para que en primavera no nos sorprenda una depresión, sino una esperanzadora ilusión de que esta maravillosa estación algún día será eterna. "¡Pídanle al SEÑOR que llueva en primavera! … ¡Él es quien da a todo hombre la hierba del campo! "  Zacarías 10:1


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«Para educar a un niñ@ hace falta la tribu entera Proverbio africano

«Instruye al niñ@ en su camino y ni aún de viejo se apartará de él Prov. 22:6