Paseo XXVIII: "¿Para qué habrá creado Dios el invierno?"

Paseo XXVIII: "¿Para qué habrá creado Dios el invierno?"

Tú fijaste todos los términos de la tierra; El verano y el invierno tú los formaste”. Salmo 74:17

 

Frrrrrrrío, humedad, lluvia, hielo, nieve, frrrrío, calefacción, mantas, paraguas, más frrrío, sopas, dulces, infusiones. Parece que al fin hemos llegado al invierno. Cuando el verano se prolonga demasiado comenzamos a desear usar ropa abrigada, gordita, pesada o estar en casa calientes, tomando buenas infusiones. Pero cuando el invierno llega nos recuerda que nos esperan duros y largos meses.

El invierno nos invita a estar dentro, a cocinar ricas sopas, guisados, tartas, dulces. Nos invita a recogernos en un sofá, a leer, mirar películas, disfrutar de estar en compañía y “mirar para adentro”. Meses en los que las actividades al aire libre, como pasear, correr, comprar, hacer gestiones, no nos llaman nada la atención.

De pronto nos comportamos como los animales de sangre caliente. Que sumidos en una especie de letargo, logran que su actividad corporal sea más lenta y su temperatura descienda para ahorrar energía. El corazón les late más lentamente y la respiración se hace también más pausada. Pueden lograr que la temperatura de su cuerpo se asemeje a la de su entorno, aunque se acerque al punto de congelación.

Algunos se animan a enfrentar el frío y para eso necesitan protección en sus cuerpos a base de pieles y plumajes de invierno extras más densos y con tonos más claros para incrementar la absorción del calor de los rayos solares. Pero no todo es esconderse o dormir, hay quien aprovecha esta época para comenzar a aparearse, como los linces, zorros, gatos monteses o urracas, o con sabiduría realizan interminables viajes buscando temperaturas más cálidas. Algunos viajando casi 40.000 km.

¿Para qué habrá creado Dios el invierno?

Todo me lleva a pensar que es una época en la que se vive de rentas. La mayoría de los animales sobreviven con las grasas acumuladas en las buenas épocas, otros simplemente durmiendo, y así, no se enteran de lo que ocurre a su alrededor. Algunos, como las ranas, murciélagos, serpientes, se agrupan o esconden en madrigueras para darse calor mutuo y así pasar estos meses sin necesidad de comer, ni trabajar por el alimento, solo sobrevivir.

No sé, es curioso. De pronto estas conductas me recuerdan a las que tenemos algunos humanos en nuestros “inviernos espirituales” en nuestras “Iglesias madrigueras”. Tranquilos, sin usar el cerebro, más bien dormidos, que así es más fácil, con respiración pausada, el corazón a media máquina, agrupados o escondidos en madrigueras, bien apretados, que el estar juntos nos disimule que estamos helados, que hace frío, que al menos nos ayude a sobrevivir. Y así, con estas técnicas nos asemejamos  a la temperatura del entorno, aunque se acerque al punto de congelación.

¿Hace frío verdad? ¿Cuántos de nosotros vivimos un largo e interminable invierno espiritual?

Pero bueno, según leíamos, algunos animales son distintos. Se animan a hacer frente al frío, no deciden la inmovilidad, el vivir de rentas. Pero no nos equivoquemos, estos animales no enfrentan el invierno como vivían en verano. Como estos valientes animales, necesitamos doble protección en el plumaje, tonos claros que nos ayuden a incrementar la absorción del calor, cuerpos a base de pieles especialmente resistentes al frío. Necesitamos que nuestra persona se vista con una actitud doblemente valiente, una actitud que nos atraiga a Cristo, que nos aleje del frío, que nos ofrezca calor.

Pero, más interesante aún, es que otros simplemente están preparados para vivir en el frío. Han sido creados para este tiempo y saben continuar sus vidas como, nunca mejor dicho, “Dios manda”. Son aquellos que se dedican a aparearse o incluso a criar. Valientes, osados, preparados, creados para sobrevivir y aún para vivir en este tiempo helado.

Los que no son tan valientes o no están tan bien preparados, al menos tienen la osadía de volar, viajar, moverse, buscar el calor donde sea, aunque haya que abandonar sus nidos, sus hogares. Emigrar hacia el calor. Es una interesante manera de sobrevivir, muchos deberíamos planteárnosla.

 

En invierno el áquila real, está en celo.

En invierno el salmón, remonta el río.

En invierno el Buho real, canta en el bosque.

En invierno el lince, está en celo.

En invierno el mirlo, canta en el bosque.

En invierno la perdíz, viaja en bandadas.

En invierno los osos, crían oseznos.

 

Y así podríamos seguir con la lista de los valientes animales que se atreven a enfrentar el invierno.

¿Para qué habrá creado Dios el invierno?

No lo sé, pero me gusta pensar que ha sido para renovarnos. Para facilitar un tiempo y un entorno de tranquilidad, de “mirar para adentro”, de buscar el calor más de lo normal. Un tiempo donde el frío renueve las plantas, los árboles, la naturaleza. Donde el hombre se frene obligadamente ante las inclemencias del tiempo y se vea obligado a descansar esperando el calor. Un tiempo en el que recuerde lo valioso del sol, de las buenas temperaturas, de las tardes al aire libre. Lo valioso de las buenas épocas cuando el calor nos movía hacia afuera, a compartir, a salir, a vivir, a disfrutar. Un tiempo en que busquemos desesperadamente el calor, y solo así nos encontremos nuevamente con Cristo.

¿Cuándo fue tu último verano espiritual? cuando recién nos bautizamos, cuando recién conocimos a Cristo... Ojalá nuestro último verano no haya sido hace mucho tiempo.

Aprovecha estos sábados invernales para “mirar para adentro”, para estar en buenas compañías, recogidos en el calor del hogar, leyendo, escuchando buena música, orando, encontrándote con Cristo. Invita a los niños que haya en casa a estudiar la vida de los animales que os hemos dado en la lista anterior. Podréis pasar una preciosa tarde de sábado en el calor del hogar y aprendiendo de los valientes animales que saben vivir en invierno.

Feliz Sábado y “mucho calor”!


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«Para educar a un niñ@ hace falta la tribu entera Proverbio africano

«Instruye al niñ@ en su camino y ni aún de viejo se apartará de él Prov. 22:6