Paseo VIII: "Si no fuereis como niños"

Paseo VIII: "Si no fuereis como niños"

"En verdad os digo que si no fuereis como niño, no entraréis al reino de los cielos" Mateo 18:3

Cómo apetecen las tardes de primavera para dar un paseíto antes de la puesta del sol. Estos días son los primeros días primaverales después del largo y frío invierno que hemos tenido en el hemisferio norte. Estabamos en casa con mi hija, una bebé de 6 meses, cuando me di cuenta que por fuera, se estaba mejor que dentro, el clima era mejor.

 

Decidimos salir a dar una vuelta. Caminé por el camino de siempre, viendo las casas y paisajes de siempre. El paseo no prometía ser muy largo, así que la lleve conmigo, sin carrito. Cuando de pronto, una casa al otro lado de la carretera me llamó la atención. He pasado por allí cientos de veces, pero no había visto esa casa entre los olivos. Quise verla mejor y crucé la carretera con mi hija en brazos. Ya del otro lado, vi un poco mejor la casa, que seguía estando muy lejos, cuando de pronto me percate de que justo debajo de mis pies comenzaba un caminito de tierra que no se dejaba ver desde la carretera y mucho menos desde el otro lado, por donde yo siempre pasaba.

Lo seguí con curiosidad. Cuál fue mi sorpresa cuando a pocos metros de andar, vi que el camino llevaba a un lindo y cuidado huerto, y que al final del camino pasaba el pequeño río que siempre veía desde lejos en la entrada del pueblo.

Me quedé encantada con el lugar, pero hubo alguien que se encantó aún más. Mi hija. Fue curioso observar su reacción allí en la naturaleza. Reacción que me hubiese perdido de quedarme en casa sin salir. Nos acercamos a los árboles frutales, miraba todo con mucha curiosidad y especial atención. Le fuí explicando lo que veíamos. Nos acercamos al río, se escuchaba el agua correr claramente y ella comenzó a empatizar con el sonido. Comenzó a dar grititos de alegría, estaba encantada con estar afuera y estar allí.

Ya volviendo por el mismo camino nos detuvimos ante un matorral silvestre, de estos que dan flores amarillas, las más comunes y simples del mundo, estas que están en los márgenes de las carreteras y que ni siquiera nos detenemos a mirar, porque la verdad, no son demasiado atractivas. Allí me paré, como estaban altas, quedaban a su altura y así las podía coger con sus manitas. Fue entonces cuando al intentar coger una, movió con su motricidad no muy fina el resto de flores, y estas se comenzaron a mover, como danzando. Fue un segundo lleno de color y un segundo para que despierte en ella una carcajada de lo más tentadora. Qué le había hecho reír? No tengo la menor idea, hice varias veces que las flores se movieran, tocándolas con mi propia mano, y la risa contagiosa se volvía a su cara. Me encantó esa escena. De pronto, un gallo se oyó cantar detrás de aquellas flores y se puso en su cara una gran expresión de sorpresa. Venía el sonido de las flores? La moví un poquito y descubrió por primera vez en su vida, que existe un ave muy curiosa, llamado gallo, según le dijo su mamá, que canta muy gracioso y que tiene muchas señoras (iban con el 4 o 5 gallinas ponedoras).

Fue una hora maravillosa. No me esperaba que tan cerca de casa existiera ese lugar. Ni me esperaba que un bebé tan pequeño descubriera el mundo de una manera tan feliz. Y fue entonces que me acordé de aquel versículo tantas veces oído. “Si no fueres como niños”…que disfruta con los colores, las flores más sencillas, el sonido del agua, que se sorprende con lo más cotidiano, que descubre el mundo con ilusión, que se deja llevar, pero sabe muy bien lo que quiere…

Tantas cosas nos enseñan los niños... Pero la más importante, nos devuelven la ilusión por descubrir el mundo que nos rodea. Nos obligan a dedicar tiempo a lo importante. Nos salvan de la cotidiana, impostergable e insufrible rutina diaria.

Escápate este viernes antes de la puesta, o el sábado. Busca un nuevo camino, un nuevo paseo, descubre algo nuevo en el mismo lugar de siempre. Déjate inspirar por los niños, y por ende, déjate transformar en uno de ellos “porque de los tales, es el reino de los cielos”.


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«Para educar a un niñ@ hace falta la tribu entera Proverbio africano

«Instruye al niñ@ en su camino y ni aún de viejo se apartará de él Prov. 22:6