Paseo XXI: El reino de los niños

Paseo XXI: El reino de los niños

«El que recibe en mi nombre a uno de estos niños, a mí me recibe; y el que me recibe a mí, no sólo me recibe a mí, sino al que me ha enviado.» Marcos 9: 37 (versión La Palabra)

Me fascinan l@s niñ@s. Son extraordinarios ¿verdad? Llenos de vitalidad, de dulzura, de ingenuidad, de ternura, de espontaneidad, de miradas limpias, sonrisas sinceras y mentes abiertas

Unos años atrás, pocos o muchos según se mire, el grupo de Barcelona ‘CarpeDiem’, cuya amistad tengo en muy alta estima, hizo famosa una canción que repetía esta frase en el coro:

“Abre a los niños tu corazón, muéstrate tal como eres. Ellos son mucho más fuertes si crecen así…”

 Y en otra estrofa declamaba con sabios versos:

“Lo que diferencia a la gente entre sí, lo que ayuda al anciano a vivir,

es haber hecho un lugar donde pueda existir ese duende infantil…”

 ¡Cuán verdad son estas palabras! Aún recuerdo a los solistas cantarla con su hijo en brazos… Recibir a los niños, abrirles el corazón, ser tal como eres, trasparente, sin dobles fondos, para ayudarles a crecer fuertes, tener siempre espacio y tiempo para acompañar su infancia… No me negaréis que es una tarea divina, en ambos sentidos: Dios nos la encomienda, y haciéndola recibimos a Dios.

Hace pocos días he tenido el privilegio de disfrutar con mi familia un par de semanas de campamento en la naturaleza, a plena actividad, pero sobretodo observando de cerca uno de los fenómenos más impresionantes y conmovedores que existen.

Se trata de una subespecie de mamífero, seguramente en peligro de extinción, cuyas costumbres difieren bastante de las de la mayoría de individuos de su especie, probablemente condicionadas por una motivación especial ligada al hábitat de clima continental seco con cercanía a aguas de pantano en las que se suelen encontrar . El comportamiento de dichos mamíferos podría considerarse pseudo-salvaje, a no ser porque exceptuando unas pocas semanas de la temporada de verano, el resto de tiempo suelen vivir acinados en comunidades urbanas. Durante las fechas señaladas, emigran hacia esta zona pantanosa de la meseta y se agrupan en parejas pero sin aparearse, adoptando como suyas las crías de otros mamíferos que acuden hasta esa región en busca de refrigerio temporal. Dichas crías son tuteladas en todo momento por un espécimen macho y otro hembra, que junto a varias crías de edad semejante emprenden la aventura de descubrir y compartir el entorno natural. Observando detenidamente puede contemplarse la eficacia y cariño con que estas fieras excepcionales cuidan a las crías ajenas: su dedicación es exclusiva las 24h del día y a pesar que en ocasiones las condiciones físicas y ambientales son extremas, no ceden en su empeño de acompañarles, guiarles y entregarse al completo para que disfruten y a la vez con ello aprendan valiosas lecciones para toda la vida.

Quizá lo habéis adivinado. No se trata de un documental del naturalista Félix Rodríguez de la Fuente, aunque los protagonistas también sean unos “fieras”. Estoy hablando de unos seres, humanos sí, por los que siento profunda y sincera admiración: l@s monitoras y monitores.

Suelen ser jóvenes, pero sobretodo jóvenes de espíritu. De edad suficientemente cercana a l@s niñ@s para poder ponerse fácilmente en su lugar, y al mismo tiempo necesariamente distante para ser además de un/a amigo/a, un referente, un guía, un “maestro”. Sí, porque la educación también continúa -y debe- en el tiempo libre. Hay gran capacidad didáctica en el juego y  mayor aún en quienes hacen jugar pensando en formar. Podría escribir páginas y páginas ensalzando las bondades de l@s monitores que he conocido y conozco. Algunos han influido tanto en mi vida que puedo afirmar sin dudarlo que no sería la misma persona sin ell@s. Pero como resumen de todas sus excelentes cualidades y valores usaré una sola palabra: altruismo. Darse sin esperar nada a cambio. Esa es la esencia del monitor. Es la esencia del cristiano/a. Pues abrir a los niños el corazón, Cristo mismo dijo que era abrírselo a Él y ¿quién más altruista que el que dio su vida por todos?

Es posible que al organizar el verano en familia tengáis la posibilidad de proponer a vuestros hijos pasar unos días en un campamento cristiano. ¡No hay cosa que recomiende más!. Es más, si podéis, reservad días para hacer una acampada en familia o junto a otras familias y planificaros entre los padres o hijos más mayores juegos y dinámicas para los más pequeños, alguna manualidad sencilla, un juego de pistas buscando algún “tesoro”, unas canciones por la noche rodeando una hoguera (o farol si no está permitido hacer fogatas)… en definitiva, convertid el tiempo libre en una herramienta educativa y convertiros a vosotros mismos en monitores por unos días, pues siendo m/padres ese título lo tenéis más que conseguido. ¡Seguro que la experiencia es enriquecedora!

Al final de este último campamento, el pastor del mismo comentó al equipo de monitores en su reunión final, que al imaginarse el Reino de los Cielos, no podía por más que pensar en un ‘Reino de los Niños’. Comparto su idea, ya que vivir en un mundo perfecto tendrá que ser un volver a llenarse de infantil vitalidad, dulzura, ingenuidad, ternura, espontaneidad, de miradas limpias, sonrisas sinceras y mentes abiertasabriendo nuestro corazón para recibir a Cristo y al que le ha enviado.

¡Feliz sábado!


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«Para educar a un niñ@ hace falta la tribu entera Proverbio africano

«Instruye al niñ@ en su camino y ni aún de viejo se apartará de él Prov. 22:6