“COME-CUENTO: EL SANDWICH DEL SAPO QUE QUERÍA SER PRÍNCIPE”

17.10.2014 00:29

“COME-CUENTO: EL SANDWICH DEL SAPO QUE QUERÍA SER PRÍNCIPE”

 

Ingredientes (para 1 sandwich):

  • 1 rebanada de pan de molde.
  • Queso cremoso para untar.
  • Crema de cacahuete.
  • 1 nacho de maíz.
  • 1 o 2 ramitas de brócoli (cocinados al vapor).
  • 6 u 8 granitos de maíz.
  • 2 guisantes (cocinados al vapor).
  • 1 tomate cherry (cortado a trocitos triangulares)
  • 1 snack en forma de rana.
  • 1 snack en forma de gusano.
  • 5 o 6 perlas comestibles de confitería.

«Érase una vez...

En un país muy lejano, al pie de la gran montaña se había formado una pequeña charca. Junto a la charca había una cueva y a su alrededor crecían hermosas flores y árboles frondosos. En aquella sencilla pero hermosa charca vivía Don Sapo. 

Pero a pesar de la belleza del paisaje que le rodeaba, el señor Sapo no era feliz. -¡Estoy tan aburrido!- se lamentaba. Y es que Don Sapo deseaba más que nada en el mundo ser un príncipe. -Los príncipes siempre parecen hacer cosas tan divertidas ¡seguro que jamás se aburren! – decía el sapo.

–Viajan a lugares exóticos, conocen a muchas personas, viven en palacios fabulosos… ¡y yo aquí estoy: solo y aburrido, en esta húmeda cueva junto a la charca fangosa!- se quejaba siempre el Sr. Sapo.

Cada mañana, al salir de su cueva, Don Sapo se ponía una corona de perlas y se sentaba inmóvil al sol en medio de la charca, esperando que algo emocionante ocurriera o que por fin llegara cualquier princesa que pudiera convertirlo en príncipe. Los días pasaban y el señor Sapo cada vez se aburría más y más.

Pero una fresca tarde de otoño, desde el bosque junto a la charca, algo inesperado ocurrió. De repente apareció avanzando lentamente por el suelo… ¡un gusano!

No era un gusano cualquiera, se notaba que era un gusano diferente. -¡Hola señor Sapo!- saludó alegremente - ¡Mi nombre es Gusano, pero mis amigos me llaman Gus!-. -Mmm…- gruñó Sapo -Señor Don Sapo para usted, ¡Gusano impertinente! Estoy esperando convertirme en príncipe, no puedo perder el tiempo con charlas.-

A pesar del peligro que corría Gusano, pues todos saben que los sapos comen bichitos como él, insistió tanto en quedarse, que Don Sapo no pudo impedir que su nuevo acompañante estuviera conversando toda tarde.

Y tanto conversó y conversó que sin darse cuenta, al ir pasando las horas Don Sapo estaba de lo más entretenido. Resulta que Gusano, gracias a su pequeño tamaño, su arrastrar silencioso y su perseverancia, había visitado lugares fascinantes y había podido aprender muchísimas cosas de los sitios por donde había estado viajando. Lo que más le sorprendió al señor Sapo de su nuevo amigo, pues ya comenzaba a sentirse feliz en su compañía, es que Gusano era capaz de hacer algo asombroso: ¡Gusano sabía leer! Había aprendido merodeando entre estanterías de bibliotecas, escuelas y casas. Y gracias a la lectura se había vuelto muy sabio y se le notaba feliz y satisfecho con su vida, aunque otros la hubieran considerado aburrida por ir siempre arrastras y no poder caminar, saltar o volar como otros animales de la charca. –Soy feliz con lo que tengo, amigo Sapo. – le dijo Gus – Cada día agradezco por la vida y por la oportunidad de aprender cosas nuevas, así nunca me aburro y no hay ningún límite para descubrir lo apasionante que es el mundo que nos rodea. ¡Te lo recomiendo amigo!-. -¿De veras es así, amigo Gus?- preguntó Don Sapo con curiosidad- Si leer es tan maravilloso ¡yo también quiero aprender! Al fin y al cabo, cualquiera que desee ser un príncipe ¡bien tendrá que saber leer y escribir!- concluyó Sapo.

Dicho y hecho, durante los días siguientes Don Sapo se puso a la tarea junto con Gusano, al que había invitado a quedarse una temporada en su cueva de la charca. Cada mañana, el señor Sapo se vestía con su corona, salía de la cueva y en lugar de quedarse pasmado en medio de la charca, se quedaba en la orilla con Gus al lado que hacía de maestro para enseñarle a leer.

¡Y por fin Don Sapo aprendió a leer! ¡Cuántas cosas maravillosas estaba a punto de descubrir! ¡Cuántas aventuras podía emprender! Además, ahora tenía un buen amigo dispuesto a acompañarle donde fuera, incluso más allá de su charca y la gran montaña.

Así que Don Sapo comprendió por fin que más importante que la corona que se ponía sobre la cabeza, eran los conocimientos y cosas aprendidas que podía conservar para siempre dentro de su cabeza, en su mente Eso sí era verdaderamente el tesoro que había estado esperando tanto el tiempo: más que un príncipe, ser un sabio; y más que usar la cabeza para apoyar coronas, usarla para descubrir, aprender, compartir, y al fin ser feliz.»

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

Tanto si devoras libros como si lees sandwiches... ¡Buen provecho! ¡Y feliz lectura!

 

 

 

 

Por Sarai de la Fuente Gelabert .

Estrenado en la celebración del cuarto cumpleaños de su hijo Pau,

en el aula de la 'Rana Froggie' del Colegio Adventista de Sagunto (15 octubre 2014). 

Dedicado a la 'seño' Gely y a todos los compañeros que aprenderán con ella a leer.

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